domingo, 23 de marzo de 2008

Las Rosas de Isabel

Cuenta el historiador peruano Don Ricardo Palma, que por el año de 1581 en Lima, se realizó una colecta encabezada por marineros, navieros y comerciantes de la época, con el fin de fundar un hospital destinado a la asistencia de los marineros, ya que cada vez que un extranjero pisaba suelo limeño era atacado por una fuerte disentería.

Se estableció así, El hospital Espíritu Santo. El mismo que en 1821 fue dado de baja y desde allí ha servido de colegio para mujeres, cuartel militar, filarmonía y hasta de comisaría.Detrás de dicho hospital existía un lote muy espacioso, en el que el su propietario Gaspar Flores, construyo unos modestos cuartos, en uno de los cuales nació su hija Isabel (30 de abril de 1586), conocida por todos como Rosa de Lima y después Santa Rosa de Lima.
Habiendo construido dichos cuartos quedaba aun espacio suficiente, el cual supo aprovechar Isabel, convirtiéndolo en un fructífero huerto y jardín.

Por aquel siglo, se acostumbraba mucho en Lima a cultivar árboles frutales dejando de lado la floricultura, tanto es así que en los jardines domésticos y públicos solo había plantas de mediana importancia y árboles. La flor de lujo de aquella época era el clavel en todas sus variedades.
Las rosas no se producían en el Perú, pues como lo afirma Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales, los jazmines, claveles, azucenas y rosas no eran conocidas antes de la conquista.
Grande fue la sorpresa de la Patrona Limeña cuando se encontró con un brote de rosales en su jardín, los mismos que sirvieron para embellecer corredores, pasillos y las rizadas cabelleras de coquetas limeñas.
Las rosas acompañaron a Isabel hasta después de su defunción (24 de agosto de 1617 - 31 años), pues cuentan que cuando en 1668 presentaron al Papa Clemente IX el expediente de la beatificación de Rosa, no supo disimular el Padre su desconfianza, que murmurando entre dientes, dijo: ¿Santa? ¿Y limeña? ¡Hum, hum!...¡Tanto daría una lluvia de rosas!. Y el milagro fue patente, porque perfumadas hojas de rosa cayeron sobre la mesa de su santidad. Añaden que de este incidente nació el interés y entusiasmo del Papa por Rosa de Lima, pues en dos años expidió el amen, para su beatificación (12 de febrero de 1669) y después de seis años fue nombrada Patrona de Lima y del Perú.

Comentario representativo: El día en que su madre (María de Oliva) le reprendió por atender en la casa a pobres y enfermos, Santa Rosa de Lima le contestó: "Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús".

sábado, 22 de marzo de 2008

El frutero

Son casi las cinco de la tarde, cuando de pronto, escucho desde una distancia que parece estar cada vez más cerca el pregonar de un personaje, que lleva en mi memoria poco más de 10 años, es el "vendedor de frutas", que se pasea gritando a los cuatro vientos lo barato y delicioso que están las frutas que lleva en su cochecito ambulante. ¿No es acaso esta forma de expresión efusiva y algo alborotada, una forma de darse a conocer o en términos más didácticos “marketearse”? Pues Sí, se esta publicitando, y eso es parte del marketing. Así como también comprobé lo molestoso que puede ser este personaje cuando trata de vender.
Darse a conocer al mundo no basta, pues muchas veces la forma en que se transmite el mensaje puede ser molestoso, errado o simplemente irrelevante para algunas personas (mi caso).

Según Philip Kotler, el marketing ha evolucionado notablemente ya que en sus inicios estaba direccionado a vender productos y servicios, para pasar luego a crear clientes cautivos y ahora a “enamorarlos”. Ampliando lo dicho, tenemos la siguiente denominación:

-Marketing 1.0: Aquel en que se creía que los clientes iban al producto atraídos por el precio y características.
-Marketing 2.0: Aquel que reconoce emociones en los consumidores y trata de hablar el mismo idioma. Aquí las marcas adquieren emociones, colores y son capaces de generar sentimientos.
-Marketing 3.0: Aquel que alinea los productos con el alma de la gente, en el que los compradores son capaces de enamorarse de sus marcas y no mirar a ninguna más. Es un lazo de amor entre las marcas y las personas.

¿Enamorarse de un producto?, ¿De una marca?, realmente fascinante. Será acaso que la próxima vez que escuche al frutero, acuda rápidamente a consumir mi fruta favorita, pues probablemente así sea, siempre y cuando sus productos y su marca como tal, pueda llegar a enamorarme.